20.8.08

Una noche en las canitas (Parte III)

Llamé a la moza, y con la carta en la mano le pedí una cerveza. La cerveza costaba 8 pesos, cuando en Rosario salía 4 o a lo sumo 5, pero la noche anterior en San Telmo nos habían cobrado 8 pesos la cerveza de litro así que la pedí igual. Mis amigos pidieron vino, las chicas tragos varios. Cuando llegó mi cerveza era una de 330cm3, por lo cual no debo haber podido evitar la cara de sorpresa ni disimular mi indignación por la transacción. A partir de ahí se sucedieron estos hechos:

- C. me dice "¿viste como se le ve la tanga a la mina que está atrás tuyo?" Cosa que oyeron todos.
- C. mostrandole a E. su celular, que el consideraba fantástico y mostrable, abusando de la paciencia de los demás con mp3 de los simpsons y otros sonidos.
- E. tirando un vaso de vino con el codo, sobre la mesa, y luego tratando infructuosamente que la moza lo ayudara. Se ve que hasta la moza se creía superior a nosotros.

Pero sin dudas la mejor de todas fue cuando M., personaje si los hay, se quedó petrificado delante de la mesa con los dedos índice y mayor de cada mano en la sien respectiva, mordiendose los labios, fijando la vista sin pestañear en la botella y haciendo fuerza y más fuerza, hasta que finalmente se dejó caer rendido en la silla, exhalando y poniendo cara de frustración. E. le preguntó qué pasaba y el le contestó "No pude mover la botella con el poder de la mente"

Ahí fue cuando las chicas decidieron que era hora de irse, aproximadamente una hora después de haber llegado. Nosotros nos levantamos y nos dijeron que estaban cansadas y que se iban a dormir (vil excusa que no nos calentó un pomo, a pesar de que mi amiga Val ponía cara de que no le quedaba otra que seguir a sus amigas yo sé que ella se quería ir, y yo necesitaba que ella se fuera). Pero Cyn, la RR.PP., tuvo tiempo de una última pregunta que fue: "¿Y chicos, que van a hacer?... Todos abrimos la boca para inventar algo, pero M. fue más rápido, puso cara de superado y dijo: "Suicidarnos". A lo que las minas contestaron "Ah, suerte" y se subieron a un taxi que seguramente las llevó a algún boliche.
Ahí nos dimos cuenta que estábamos lejos del depto, que nos habíamos gastado todo y que sólo teníamos monedas para un colectivo, las otras 30 cuadras había que caminarlas. El desayuno de rigor de toda salida, esa mañana sería mate con galletitas de agua en el depto. Todo por mi culpa. No pasa una vez que vea al primo de E. sin que me diga "Ah, vos sos el que nos presentó a ese hermoso grupo de mujeres, lindas, simpáticas, solteras y entregadas.

No hay comentarios: