30.12.08

Último Post

En el año 1998 estuve becado durante un año en Oxford para seguir mis estudios de inglés. Habíamos ido con un amigo y conocimos a gente de muchos países, entre ellos un Letón (de Letonia) que se había encariñado mucho con nosotros por el fútbol. El tipo fanático de Maradona, nosotros Argentinos y, encima, buenos jugadores… de forma que cada vez que se armaba un partido en los campos de la Uni de Oxford, siempre armábamos un equipo los latinoamericanos y el Letòn, para jugar contra los europeos y contra los del “resto del mundo”.

La cuestión es que al año yo me volví, pero mi amigo se quedó viviendo en Europa, mas precisamente en París, donde había conseguido un trabajo. El letòn se volvió a Letonia a casarse (era un poco más grande que nosotros, él tenía 25 y nosotros 19).

Ni mi amigo ni yo pudimos ir a su casamiento porque se casó un 27 de Diciembre y ambos estábamos en Argentina, yo definitivamente y mi amigo para las fiestas.

Hacia Abril recibo una carta de Jannis, el letón, en la cual me cuenta que va a ser papá en Noviembre y que en Diciembre iba a ser el bautizo y que como yo no había ido a su casamiento tenía que ir. Mi amigo, Franco, ya había dado el OK. Lo primero que hice fue responderle a el y escribirle a Franco a ver ¡cómo iba a hacer…!!!. Ir a Letonia no es como ir a Mar del Plata o Carlos Paz, claro está. Obviamente, Franco desde el otro lado desbordaba despreocupación, total el ya estaba en Europa me contestó: “Veníte, vamos en auto y te presento a Katarzina” . Katarzina era su novia polaca, de la cual hablaba en todas sus cartas… según el la Diosa del Este Europeo…

En conclusión el 28 de Noviembre de 2000 me tomé un avión hasta París (un tercio del pasaje lo pago Franco que la estaba juntando en pala, otro tercio yo y el otro tercio gracias a la colaboración de la comunidad en un recital a beneficio mío). Cuando llegué a París no se que me desilusionó más: si Katarzina o el vehículo con el que iba a cruzar media Europa. De la polaca no voy a decir nada porque sobre gustos no hay nada escrito. Ahora de la camioneta de Franco, lo único que puedo decir es que parecía una reliquia de la Primera Guerra Mundial, una Estanciera mugrienta y poco saludable… Cualquier se hubiera dado cuenta que era una locura, pero si hay algo que no se podía hacer a Franco era decirle que no… y no se lo dije.

La polaca solo hablaba polaco y francés, así que yo iba muerto con ella. Franco a veces me traducía de francés a español, pero yo creo que la mitad de las frases se las inventaba.

El plan era el siguiente desde París íbamos a manejar hasta Estrasburgo (450kms), donde cruzaríamos la frontera con Alemania, cosa que no era muy complicada porque ambos teníamos pasaporte Italiano. De Alemania pasaríamos a Polonia, donde nos iba a costar un poco más pero viajando con Katarzina se nos simplificaba un poco. La noche la íbamos a pasar en Poznan, en la casa de la familia de ella (otro de los motivos por los que Franco quería ir en camioneta) y luego íbamos a darle derechito hasta Letonia, más precisamente Riga. Gracias a Dios este muchacho Jannis vivía en la capital.

El trayecto hasta la frontera Polaca fue sin novedades, y la verdad que fue muy divertido e interesante el viaje, Franco siempre hace divertido cualquier suceso y la polaca no molestaba para nada, si hasta cebó mate!.

Con alguna dificultad en la frontera Polaco-Alemana, llegamos bien entrada la noche a Poznan, donde nos esperaba la familia, no familia no, CLAN de Catramina (como le decíamos nosotros). Este momento fue un poco denso, porque nos recibieron muy efusivamente, cosa que me sorprendió yo tenía la idea que los polacos eran más ariscos, pero luego me contaron que esos son los yugoslavos, búlgaros y los de la zona de los Balcanes. Por más buena voluntad que le pusiera la familia de Catramina (ni me pidan que recuerde el apellido estaba lleno de z, w, k y j) para mi fue demasiado, todos me gritaban en polaco y yo no entendía nada, a Franco le traducía todo la novia pero a mi no, porque no hablo francés. Encima, cada tanto me daba cuenta que me habían hecho una pregunta porque se quedaban esperando mi respuesta con una sonrisa… yo me limitaba a encogerme de hombros y responder “¿yeah?”, y se reían y seguían vociferando. Nunca me enteré ni una palabra de lo que se había hablado esa noche. Pero tengo que reconocer que comí como los Dioses: una suculenta sopa (no olvidemos que estaba terminando el otoño y se sentina el rigor del frío, sobre todo de noche) y después un muy pero muy generoso guiso con chucrut y salchichas o chorizos. Terminé de cenar y me fui a dormir, estaba liquidado.

Al otro día amanecimos muy temprano para ir a dar una vuelta por Poznan, evidentemente Catra quería mostrarle a Franco los lugares de su infancia. Esto para mi fue muy interesante porque estaba lleno de lugares históricos referentes a la guerra y a la post guerra. Lástima que no hubiera nadie para explicarme en un idioma que entendiera y que Internet todavía no era tan accesible. De todas formas fui anotando en una libretita los nombres para después averiguar más.

Después de unas horas de recorrido reemprendimos viaje, en lo que iba a ser lo más difícil. Teníamos que llegar a Riga en menos de 60 horas y aún no sabíamos como iba a ser la frontera. Debíamos pasar primero a Lituania y después a Letonia. Suponíamos que una vez cruzado a Lituania lo demás iba a ser sencillo, suponíamos mal.

Llegamos al límite con Lituania y si bien nos revisaron todo lo que pudieron, y hablando un idioma que no entendíamos Franco y Yo, gracias a la intervención de Catra que con el polaco se pudo hacer entender rústicamente con los Lituanos de la frontera (frontera altamente militarizada, lógico) no demoramos más de 5 horas en cruzar a Lituania.

Lituania es hermoso, mucho campo sembrado verde, muchas cuencas de agua y la gente es increíble, si bien no es muy simpática es de ayudar y nosotros necesitamos ayuda. Comimos en una especie de estancia de un hombre enorme, que nos dio lo que yo creo que era un guiso de gallina o algo así con muchas verduras, legumbres. No era rico, pero no estaba en condiciones de exigir. Seguimos viaje y llegamos a la frontera con Letonia, donde si o si teníamos que dormir. Y faltaban apenas 16 horas para el bautismo.

Decidimos que lo mejor era cruzar la frontera y dormir después. ¡Y decidimos bien!!!

Los Letones nos miraban como lo que éramos: dos argentinos con pasaportes italianos queriendo cruzar la frontera en una estanciero hedionda, mal afeitados, sin bañar y con una polaca, ninguno hablaba Letón y de ellos ninguno hablaba polaco, francés, español o inglés… eran las 9 de la noche y no podíamos pasar la frontera. El bautismo era a las 6 de la tarde, y teníamos algo así como 7 horas más de viaje en ruta. Finalmente a las 12 de la noche en el cambio de guardia, apareció un petiso letón (el primer petiso que veía en mucho viaje), joven y extrañamente risueño – lo digo por la hora y por su nacionalidad- que hablaba inglés. Le expliqué la situación, le mostré las “pruebas” de lo que decía y finalmente pudimos pasar. Era la 1 de la mañana, así que cruzamos la frontera y nos tiramos a dormir en la camioneta 4 horas. A las 6 AM, partimos hacia Riga y llegamos a las 3 y media, por suerte el trayecto dentro de Letonia fue muy sencillo. Una cosa tengo que reconocerle a Franco su capacidad para estimar tiempos, para leer mapas y elegir caminos y su aguante al volante.

Llegamos Riga y fuimos directo a la casa de Jannis, que nos recibió con abrazos y palabras en Letón que no entendíamos hasta que se dio cuenta y empezó a hablar en Inglés. Nos hizo pasar a su casa para que pudiéramos bañarnos y comer algo, bien rápido para poder ir a la ceremonia.

A las seis menos cuarto, nosotros tres y una treintena de personas, estábamos en la puerta del templo donde se llevaría a cabo el bautismo. Pero no pudimos entrar porque la religión Ortodoxa no permite más que el ingreso de los padrinos a la ceremonia. Así que después de recorrer media Europa nos quedábamos fuera del bautismo al que habíamos ido.

De todas formas aún nos quedaba la fiesta post ceremonia… la cual resultó ser un pic nic en el medio de un campo!!!!!! Estábamos sentados en el suelo, comiendo con las manos, los treinta y pico de familiares y nosotros… pero había uno en particular que estaba chocho de la vida, ser reía y le hablaba a Jannis y nos señalaba con el dedo y nos hacía saludos con la copa proponiendo brindis continuos. En un momento no soportamos más la intriga y lo llamamos a Jannis y le preguntamos quién era y que era lo que le decía. Jannis contestó:

“Es mi abuelo, el más anciano de la familia y está muy contento por su visita. No hace más que festejar el hecho de que hayan venido manejando desde Argentina…”

2 comentarios:

Anonymous dijo...

Es genial chancho la historia que escribe....desde Paris le mando un saludo y siga escribiendo asi que me gusta mucho!... Chechu

Anonymous dijo...

Es genial chancho la historia que escribe....desde Paris le mando un saludo y siga escribiendo asi que me gusta mucho!... Chechu