Vieja de súper

Haciendo fila para pagar en el súper, y bastante cargado dado que pensaba hacer un envío, me encuentro con un personaje típico e infaltable de los supermercados por la tarde: la anciana.

Una anciana enjuta, canosa, arrugada, boca pintada de roja y vestida de vieja, con lentes. Se para atrás mío, debía tener unos 16 artículos, los suficientes para no poder ir a la caja "rápida". Yo tenía bastante más y, dado mi espíritu ciudadano y civil, le ofrecí que pasara delante mío con la intención que la mina que estaba delante nuestro también le cediera el lugar, cosa que obviamente no hizo porque la gente en el súper muestra cierta impaciencia y vértigo por irse rápido y por lo tanto se fastidia ante cualquier evento y sobretodo es poco solidaria con la gente débil. Lo mismo pasa en los bancos y casi en ningún lado sucede que algún empleado o encargado está atento para darle prioridad a la gente que no la solicita.

La señora me agradeció y dos segundos después se dio media vuelta y me dijo "a mi me mata estar parada, anda ando... ¿cuántos años decís que tengo?" en ese momento me recordé de un viaje a La Falda cuando en el Hotel León de Castilla (medieval hotel, colorido y adornado como un hotel alojamiento) la dueña una española muy vieja le preguntó a un huésped que acababa de llegar cuántos años pensaba que tenía y el tipo muy suelto de cuerpo le respondió "124 años". Me vi tentado de hacer lo mismo, la situación se prestaba pero la señora no me dio tiempo y dijo "cumplí 91, la semana pasada" y yo le dije " no se notan" y ella dijo " todos dicen lo mismo, los médicos sobre todo".

A la primera de cambio que se distrajo me rajé con mis canastos a otra fila... Yo seré muy amable, muy ciudadano y civilizado, pero hay momentos en que clavarme con una vieja de 91 años a charlar no me copa ni ahí...