21.3.11

Tesoro encontrado por Barsótica en su mail

No sé porque esperaba encontrar más sombras a mi arribo, será que la imaginación nos promete cosas que nadie nos dijo antes. Había salido hacía más de una hora desde la estación de Once, en la Capital, donde quizás me siento más seguro, porque es ciudad como, de alguna manera, lo es el sitio de donde vengo y adonde estoy volviendo.
Imaginé sombras porque sombras es lo que pude imaginar. Creo que ese es suficiente pretexto para mi error. Los 300 kilómetros que recorrí el día anterior procuraron recordar cada detalle que en nuestras charlas hubiera existido, pero ya ves... no recuerdo mucho los detalles o me dejo invadir por lo que quiero recordar, a partir de mañana.
No entenderías nunca que es lo que me impulsó a partir hacia tan lejos, menos, tal vez, entenderías que fue lo que me llevó a querer, creer y compartir. No hay culpas en eso,ni yo muchas veces lo entiendo de mi.
Nunca antes había tomado un tren, por propia iniciativa, todo aquello que evité hacer durante mucho tiempo, por temor, hoy lo hago porque me es indispensable y eso es mi deuda mayor.
Las penas que creí ver en cada palabra que creí entender, no estaban a mi arribo, o ya eran confidencias de otras personas, no ya de mi. Las palabras que dije esperando sean verdades para vos y, por qué no, una ayuda, no las sabes utilizar, o no te sirven... y eso es un fracaso, cada vez fracaso más seguido... mis palabras han perdido toda magia y toda naturalidad.
Estacion tras estación, pensaba en qué decirte, en cómo explicartelo, como siempre todo es un error después de creer estar en el mayor acierto. No encontraba las sombras a medida que me acercaba y cada vez tenía mas miedo de perderme. Y yo ya estaba perdido, pero no la sabría hasta los próximos días.
Días en que pensaría porque siempre acelero tanto los finales de los tiempos pequeños y me toman tan de sorpresa los finales, de los tiempos que yo imagino, otra vez la imaginación, más largos.
En fin, he llegado a la estación, la tuya, y he caminado las calles, las cuadras que me acercan, o me alejan según del modo que lo veas.
Sé que nunca imaginaste, si sos capaz de imaginar también, que era capaz de hacer todo lo posible por llegar hasta acá... no sé si lo imaginaste, pero nunca lo supiste... llegué hasta la puerta y no me atreví a tocar el timbre. No quise lastimarme más, no quise desilusionarte más.

1 comentario:

ef dijo...

Más tarde comprendí que no quise golpear porque hasta allí tenía sabor, el que conozco, amargo y, como sea, prefiero lo conocido. Es demasiado riesgo el que tomar e inmensas montañas de dolor me esperan tras la brisa de la estúpida valentía siempre efímera. No pagarían ni tus besos un pasaje de vuelta por la misma vía (o por la otra, que elijo no desandar). Prefiero el mismo dolor a uno nuevo; la herida grande, pero inmóvil. La no ilusión grande, pero inmóvil. Prefiero acurrucarme el mismo tren por siempre, ya lo sabés. No sé por qué esperaba más sombras a mi arribo, si siempre me quedo aquí, en el mismo andén, en la misma puerta, frente al mismo timbre que jamás tocaré.